Este fin de semana no hay partido, por lo que no habrá
crónica, ni tercer tiempo, ni charla pre-partido, este fin de semana no me reuniré
con mis hermanos, no tendré que asegurar mis tobillos, ni mis muñecas, ni
ponerme esa crema que siempre me hace saltar unas lágrimas, no habrá vendajes,
ni masajes, ni calentaré, ni estiraré. No tendré que preocuparme de nada
más que de mí.
Este fin de semana seré un poco egoísta, al no poder luchar
junto a mi equipo, al no poder dar el pase mientras me como ese placaje
que alinea de nuevo mis costillas y las vértebras de mi espalda, no sentiré el
peso del contrario encima mío intentando robarme la ovalada, mientras hago lo
imposible por cuidarla y dejarla disponible para que mis hermanos sigan el duro
camino hacia el ensayo, espero un lunes pues, tranquilo, sin los roces en mi
piel, sin dolores en los dedos, con las orejas intactas, sin haber saboreado
sangre, tan solo la del filete del domingo. Mis hombros, mi cuello, se
libran este fin de semana de empujar en la melé, mis piernas descansarán, no
hay que saltar ni correr hacia el line. Mis rodillas no se pelarán, mi nariz no
me recordará que es un estorbo para esto del rugby. No tendré que estar
pendiente nada más que de mí, no me importará dejar huecos, no tengo que correr
a pesar de tener latiendo en mi pie el último pisotón, sólo beberé para saciar
mi sed, y no por la deshidratación.
Este fin de semana, me sentiré mal, no estaré completo, demasiado
tiempo libre, no sabré que hacer, mi rutina se desmonta, la improvisación no es
la misma sin mis hermanos de equipo, no tendré el tercer tiempo que marca el
rumbo del fin de semana, no visitaré el hospital, no habrá ropa sucia, ni que
remendar, no tendré que preocuparme por las botas , todo seguirá en los mismos
cajones, en los mismos armarios, la bolsa seguirá en el mismo sitio, mi bucal
seguirá limpio, no habrá sudor, ni barro en los ojos, ni preocupaciones, ni
emociones.
Este fin de semana dormiré con la sensación de que algo me
falta, me despertaré con la pesadumbre de no poder disfrutar del dulce néctar
de la victoria de equipo, o de la reconfortante derrota que inflan las ganas de
volver a entrenar para poner remedio a los errores, no veré a mi otra familia
ni a mis amigos en la grada animando ni apoyando, no sabré si seré
protagonista de la batalla de inicio, o sufriré en el banquillo, no
tendré que vigilar ni acatar las decisiones del árbitro, no escucharé el sonido
del silbato que me desconcentra de mi trabajo, y hace que levante la cabeza
para ver que ha ocurrido, para averiguar el por qué no seguimos jugando, no
tendré al capitán indicando, aconsejando ni transmitiendo las órdenes del
entrenador, ni escucharé a éste fugazmente desde la banda, no habrán retos de
empuje, no habrán carreras imposibles, ni percusiones de escándalo, ni
quiebros, ni hands off. No tendré los nervios de punta por si el pateador
transforma o no ese golpe, o ese ensayo, no veré en los ojos de mi rival la
misma pasión por el balón que tenemos nosotros, porque sólo quien comparte mi
pasión entiende mi locura, ésta locura, el rugby mi pasión. Demasiadas cosas me
perderé y solo por una razón…
… Este fin de semana, no hay partido
Germán Civera (San Roque C.R.)
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